Empresas emergentes y líderes del sector alertan sobre el impacto negativo de las normativas fragmentadas, que dificultan la expansión, retrasan la llegada de avances médicos y desincentivan la inversión en proyectos disruptivos
Europa se encuentra ante la oportunidad de liderar la revolución de la inteligencia artificial, pero corre el riesgo de quedar rezagada si no transforma su ambición en acción concreta. Kent Walker, presidente de Asuntos Globales de Google y Alphabet, sostuvo en Retina Tendencias que la adopción de la IA podría impulsar el PIB de la Unión Europea en 1,2 billones de euros, con España beneficiándose entre 100.000 y 120.000 millones de euros en la próxima década.
Walker ilustró el potencial transformador de la inteligencia artificial con ejemplos concretos: “Imagina una herramienta que pueda analizar un electrocardiograma y descubra las primeras señales de una enfermedad cardíaca antes de que aparezcan los síntomas. También que se permita diseñar tratamientos oncológicos pediátricos personalizados para mejores resultados. No es ciencia ficción, es la realidad de la inteligencia artificial de hoy”. Para el directivo, este futuro está llegando “más rápido de lo que nadie imaginaba”, y la cuestión central es si Europa liderará esta transformación o se dejará llevar por ella.
El editorial de Retina Tendencias recogió que desde 2019 se han promulgado más de 100 nuevas normativas de la Unión Europea para la economía digital, lo que genera una “fricción autoimpuesta” agravada por la fragmentación del mercado único. Walker citó al Fondo Monetario Internacional para advertir que esta fragmentación impone un “arancel punitivo” del 45% a los bienes y del 110% a los servicios, un fenómeno que el economista Mario Draghi denominó: “Europa se impone aranceles a sí misma”.
Para revertir esta situación, Walker propuso una estrategia clara de tres partes: sentar una base más inteligente para la innovación, fomentar la adopción y las competencias, y ampliar la escala capacitando a las personas. En primer lugar, abogó por una “regulación centrada, coherente y equilibrada”. Sostuvo que “en lugar de regular los inputs (el proceso científico), debemos centrarnos en los outputs (los efectos reales de la IA)”. Consideró crucial “rellenar las lagunas legislativas existentes en lugar de imponer nuevas normas generales”, y defendió que la regulación “no sólo prevenga daños, sino que también fomente activamente la innovación”.
En segundo término, Walker instó a “poner estas potentes herramientas en manos de personas y empresas”. En el caso de España, la inteligencia artificial tiene el potencial de transformar “13,7 millones de puestos de trabajo, aumentando la productividad entre 85.000 y 95.000 millones de euros”. El presidente de Asuntos Globales de Google afirmó que “una regulación que impulse la innovación creará nuevas empresas y empleos adaptados a la era de la IA, al igual que los ordenadores personales, internet y los móviles abrieron nuevas eras”.

La formación de los trabajadores ocupa un lugar central en la propuesta de Walker. Anunció que Google se compromete a “formar a un millón de personas en España en competencias de IA para finales de 2027, a través de colaboraciones con instituciones como Educa EdTech, Santander Open Academy y Fundae”. Esta iniciativa, según el directivo, abarca estudiantes, pequeñas empresas, grupos minoritarios y también al sector público. Walker consideró que “la industria puede liderar proyectos piloto, pero los gobiernos deben amplificar los más exitosos”.
En la última parte de su argumentación, Walker enfatizó la necesidad de “ampliar la escala” de la inteligencia artificial para resolver grandes desafíos, más allá de los chatbots. Citó ejemplos como AlphaFold en biología, los modelos Gemini en tratamientos personalizados contra el cáncer infantil y la aplicación de la IA en agricultura para optimizar cosechas y reducir emisiones.
Reconoció que “los líderes europeos aciertan al priorizar la IA, pero la ambición no basta”. Para Walker, “es momento de acciones decisivas: eliminar obstáculos para nuestros innovadores, colaborar para acelerar la investigación y poner estas herramientas transformadoras en manos de los españoles”. Concluyó que “el potencial es claro, las herramientas están listas y nos comprometemos a colaborar con España para aprovechar este momento y dar paso a una nueva era de crecimiento e innovación”.

